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ción física. Para la mirada de un teólogo todos morimos. en castigo de habér pecado en Adán. Pero la razón teológica más profunda de por qué muere un bautizado hay que verla en esto: la muerte es para él una configuración visible, externa, con la muerte de Cristo. La «comunión con la muerte de Cristo» se inauguró para nos– otros en el bautismo. El sacrificio interno de Cristo tuvo su expresión externa y complemento en la muerte real en la cruz·. Lo mismo para el bauti– zado: éste muere para que la vida de Jesús se manifieste también en su misma carne mortal. Cada bautizado es el sacerdote de su propio cuer– po. Lo inmola a Dios en la hora de conmorlr con Cristo. El carácter bautismal dignifica la muerte hasta darle categoría sagrada de sacrificio al lado de la cruz de Cristo. e) VocacMn· ai martirio. El supremo sacrifi– cio del cuerpo del bautizado tiene lugar en el mar– tirio. La disposición al martirio es esencial a la Iglesia, que siempre debe estar preparada para sacrificarse por su esposo y llegar a la máxima participación en su pasión y muerte. De hecho nunca falta, por la bondad de Dios, esta forma de reproducir la pasión de Cristo en modo san– griento y dramático. Por el bautismo se verificó la pasión de Cristo en cada cristiano; pero en forma incruenta, mis– teriosa, invisible, sacramental. En determinadas circunstancias el cristiano es llamado a realizar la 85
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