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real: con su fe, y los demás actos por los que identifica su voluntad con !a voluntad de Cristo, de la Iglesia y la del sacerdote jerárquico. Igual– mente, como ya dijimos, en la ofrenda de la víc– tima, ya sea antes ya después de la consagración, el bautizado colabora en sentido lleno, con sus acciones físicas cualitativamente iguales a las del sacerdote jerárquico. Esto nos autoriza para formular la conclusión final sobre el sacerdocio de los fieles: Todo bautizado es verdadero sacerdote, en sen– tido propio de la palabra, y propia y formalmente ofrece en la misa. Pero su sacerdocio es sólo «ana– lógico», imperfecto, subordinado y carente de «autonomía de acción», porque es incapaz por sí solo de inmolar a Cristo, de consagrar. c) Participación moral de los fieles en la misa. La participación «física-personal-autónoma» de los fieles en la consagración, queda excluida y con ello se marca una diferencia «cualitativa, je– rárquica» infranqueable entre el sacerdocio bau– tismal y el sacerdocio jerárquico. Pero con este aspecto «negativo» no hemos agotado el alcance del sacerdocio bautismal, resta un campo de acti– vidad y cooperación positiva de horizontes muy amplios. Llamamos a la participación de los fieles en la misa participación moral. El ser moral incluye - ante todo - que tal participación es real y positiva. Incluso podemos decir que el fiel ejerce 78
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