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b) Sin embargd, los fieles «ofrecen» cuando se entiende la palabra en sentido más amplio: ellos, con sús actos físicos, presentan a Dios la víctima (los dones que han de ser transubstancia– dos) y luego de la consagración presentan la víc– tima degollada como obsequio de adoración, ac– ción de gracias y petición ante Dios. Sensibilizando un poco esta doctrina podemos decir: los fieles acompañan con sus actos al sacer– dote ordenado y están en perfecta in:timidad' con él a todo lo largo de la misa, hasta la consagra– ción. En este momento quedan solos Jesucristo y el sacerdote, los fieles permanecen «alejados» mienti:as .Cristo y su ministro realizan la consa– gración. Terminada ésta se incorporan o.tra vez los fieles al ministro y le acompañan de nuevo en la ofrenda de la víctima. Si necesitamos decir esta verdad en fórmulas todavía más precisas podemos afirmar: a) El sim– ple bautizado no pone ninguna acción personal física que influya causalmente en la destrucción de la víctima divina (en la consagración), por consiguiente, el bautizado no e'.~ sa,ioerdot'e, en sentido pleno, «autónomo» y «perf_,ecto», ya que el fiel no es «inmolador» de Cristo. 'Él, personal– mente, no tiene suficiente capaéidad sagrada y autonomía de acción para inmolar por su acción personal sola (sin la de. otros hombres), a Jesu– cristo. b) Sin embargo, el bautizado colabora a «sacrificar» a Cristo con una colaboración moral 77
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