BCCCAP00000000000000000000640

c10n entera y especialmente los incorporados a Cristo por el bautismo, adoran al Padre con Cris– to en la misa. La misa, como sacrificio del NT, tiene que ser ofrecida por la comunidad eclesial como acto principal del culto público y social que debe a Dios. Ahora bien, un acto público y social, con toda verdad puede decirse que es ofrecido por toda la comunidad, cuyo es el sacrificio. Cada uno de los miembros de la Iglesia recibe, por el ca– rácter bautismal, «consagración» para ofrecer el sacrificio, en planos jerárquicamente diversificados. El sacerdote «ordenado» que tiene potestad rigurosa para ofrecer, lo hace en nombre de Cristo y como ministro suyo; pero también tiene repre– sentación de todos los fieles. La «representación» en cada uno de los dos casos es, sin embargo, di– ferente: No es que los fieles hayan dado al pres– bítero u obispo una delegación para que en nom– bre de ellos ofrezca a Pios. Tal delegación la reci– be sólo de Dios; pero Dios mismo, junto con el poder, le dio también la representación del pue– blo. Según Pío xn, «el sacerdote hace las veces del pueblo porque representa la persona de nues– tro Señor Jesucristo, en cuanto Él es la cabeza de todos los miembros y se ofreció Él mismo por ellos. Por eso va al altar como ministro de Cristo, siendo inferior a Él, pero superior al pueblo» 3 ~. 36. Mediator Dei, texto castellano en «Ecclesia» 7 (1947) 2. 0 semes– tre p. 662; n. 0 336, p. 18. 74

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz