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para participar activamente en el sacrificio dél NT, la santa misa. Las enseñanzas de la teología en este punto son susceptibles de mayor hondura y precisión. Por otra parte, el silencio bastante acen– tuado que se guardó sobre este tema ha ocasio– nado la ignorancia de los fieles y el que les suene un poco extraño. Sin embargo, aunque el tema sea difícil, es de gran interés pastoral: contribuye a incrementar en los fieles la conciencia de su dignidad de cristianos, que llega a su máxima ex– presión precisa_mente eu el momento de la misa, en Ja que ellos actúan al lado del sacerdote. Crea también un estímulo para que los fieles asistan al santo sacrificio seguros de su dignidad y de la función activa que deben desarrollar. Ningún acto de su vida es tan noble como este' de ser cooferen– tes con Cristo en el sacrificio de la misa. Por otra parte, ya que el sacerdocio de los fieles es uno de los grandes temas de nuestro dempo, conviene que sol;,re él tengan los cristianos ideas claras y sobrias, a fin de evitar las peligrosas desviaciones que el papa Pío xn delata en la encíclica Media~ tor Dei. a) El hecho de la partzb"padón. Que los fieles hayan de participar activa y «sacerdotalmente» como oferentes del sacrificio, es doctrina afirmada con insistencia y seguridad en la tradición de la Iglesia. El Concilio de Trento afirma, de una manera general, que la Igles.ia entera es oferente en el 71

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