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que está caracterizado por el bautismo, nunca ha agotado el último recurso. Para el cristiano inclig– no el carácter es un recuerdo continuo de la res– ponsabilidad que sobre él pesa. c) Señal de distlndón y nobleza. La tradición teológica habla del carácter como de «señal dis– tintiva» de los cristianos: los distingue de los de– más hombres ante Dios y ante la sociedad humana, en la forma indicada. Como la «señal» que se pone a las ovejas, el si'gnaculum de los militares; la marca con sangre que el ángel puso en el dintel de las casas de los hebreos, en Egipto, la noche de la primera pascua. Particularmente, el carácter es una señal de la nobleza y aristocracia espiritual ·a que ha sido llamado el cristiano. Por el carácter bautismal se verifican las palabras de san Pedro: V osot'ms sois linaje escogldo, sacerdocio regio, nación santa, pue– blo de conquista, para pregonar el poder d'ef que os llamó... (1 Pe 2, 9). Como Cristo es «elegido» por excelencia, el santo «ungido» de Dios, tam– bién el bautizado lo es por su carácter. El cris– tiano pertenece a la aristocracia espiritual que Dios se ha elegido entre los hombres; es linaje santo, separado de los pecadores mundanos, con– sagrado a Dios, llamado a la santidad. Pertenece al pueblo «santo» de los redimidos, de los con– quistados por la muerte y resurrección de Jesús. Y sello autenticado por Dios, señal indeleble de esta selección divina es el carácter bautismal. 62

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