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contribuyendo con sus oraciones y sacrificios a la propagación del reino, de Dios» 29 • Teniendo en cuenta estos textos pontificios y la misma naturaleza de las cosas, se llega a la con– clusión de que el bautismo, al hacer al hombre «ciudadano» de la Iglesia, de la dudad de Dios, le impone la obligación de dedicarse al bien co– mún de la sociedad eclesial. Esto lleva consigo la «vocación al apostolado» para todo cristiano. Más adelante volveremos sobre esta idea al hablar del carácter bautismal como participación en la dig– nidad regia y profética de Cristo. Y sobre todo al habllar de la confirmación, en que la voca– ción al apoisitolado se comple'ta. IV. LA VIDA DEL BAUTIZADO COMO VIDA EN CRISTO El bautismo nos da un principio de vida sobre– natural, nos incorpora a Cristo al darnos su Es– píritu. Por el Espíritu entramos en comunión con la divina naturaleza, queda depositada en nosotros la «semilla de Dios» : la gracia como ·participa– ción real de la naturaleza divina. l. Al nuevo ser, nueva operadón. Pero no hay sólo una incorporación «óntica», constitutiva y radical a la vida de Cristo. Hay que 29. AAS, vol. 43 (1951) p. 784-792. 51

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