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to glorioso como un ser lleno del Espíritu, como una sustancia espiritual que lo llena todo con su presencia: con su doctrina, con su recuerdo, con su gracia, con su Espíritu, sobre todo. Cristo es un sol que llena todos los espacios espirituales con su resplandor y calor vital, de modo que en– trar en Cristo es entrar en la luz (Col 1, 12). Es Cristo glorioso, resucitado, una atmósfera en que debe entrar el hombre por el bautismo y en la que debe vivir continuamente. La inmersión es– piritual en Cristo es lo que da su valor al rito externo de ser sumergidos en el agua. Recuérdese el simbolismo de los pececillos - los. fieles bau– tizados -, nacidos en el agua del 'bautismo, en Espíritu, en Cristo resucitado. Vestidos de Cri'sto: En el uso bíblico, el ves– tirse no es un mero sobreponerse exteriormente una vestidura, sino que frecuentemente significa investirs~, apropiarse, quedar poseído, impregnado, dominado por la realidad que nos viste. En este contexto hay que entender la expresión de «ves– til' al Señor Jesucristo» (Roro 13, 14; Gál 3, 27; cf. Col 3, 9). Había entre los orientales y en la cultura he– lenística una que llamaríamos «mística del ves– tido», o simbolismo religioso del vestido. El ves– tido en la antigüedad significa la dignidad, el estado y el poder de una persona. No es un mero signo externo. Dado el realismo y la tendencia a los símbolos, es el vestido aquello mediante lo 44
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