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Jesús llamó al bautismo regeneración en el Es– píritu Santo, y san Pablo lo llama baño de regene– ración y renovación del Espíritu Santo (Tit 3, 5-6). Con ello se quiere decir que el Espíritu Santo es quien da al bautismo la potencia justificadora y unificaddra del cuerpo místico. El bautismo nos da esa unidad trascendental del cuerpo místic¿. al introducirnos en el Espíritu Santo, que es como la atmósfera en que se desarrol1a la vida del cuerpo místico y de todos los que: están en Cristo. El agua viva del bautismo es símbolo del Espíritu; introducidos en el agua, somos intro– ducidos en el Espíritu Santo. La misma idea se expresa en la afirmación de que el Espíritu Santo es el alma de la Iglesia. Al entrar en el agua bau– tismal, entra el hombre en el Espíritu y en la Iglesia. b) El bautismo nrn· hace «uno en Cri'Sto». En la carta a los Gálatas se propone el bautismo como medio de lograr la unidad del cuerpo místico bajo otro aspecto: en cuanto el bautismó que recibimos todos nos hace uno en Cristo: «Cuantos en Cristo habéis sido bautizados, os habéis vestido de Cris– to» (Gál 3, 27-29). Sumergz'dos en Cn 1 sto: teniendo en cuenta el sentido y los lugares paralelos, el ser «bautizados» en Cristo hay que traducirlo «ser sumergidos en Cristo»; en un sentidó cuasi-local, como si Cris– to fuese un mar en el que fuésemos sumergidos para vivir en Él. San Pablo se representa al Cris- 43

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