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Santo, y el recibir del' Hijo ·y del Espíritu Santo. Esta donación se verifica en el «hoy» perenne de la eternidad. Empieza siempre de nuevo en cada uno de los momentos de nuestro tiempo de cria– turas. La vida siempre virginal y nueva del Padre, del Hijo y del Espíritu, es el contenido y al mismo tiempo el modelo de nuestro· vivir de cristianos. De ahí que la vida cristiana haya que considerarla como un ininterrumpido renacimiento pa,ra Dios. En las buenas obras de cada día seguimos na– ciendo para Dios. «Feliz - dice Orígenes-, el que nace de Dios y no sólo una vez, sino que nace de Dios en cada buena obra; porque en ella Dios le da vida de nuevo... Dios Padre en todo tiempo engendra al Hijo y ·en Él te engendra a ti. Puesto que mientras mantengas el espíritu de filiación di– vina, en cada buena obra tuya, en todo buen pen– samiento te engendra. Y así serás en cada mo– mento un recién nacido hijo de Dios en Cristo Jesús.» El Verbo, dice san Metodio, se encarnó en la Virgen, pero cada día se encarna en el seno de María, . y también en el espíritu de cada uno de nosotros. Por la fe y el amor, mientras per– manecen en el alma, es Cristo engendrado. San Cirilo propone el ejemplo de la Virgen María, .ima– gen y arquetipo de Ía Iglesia y de cada alma cris– tiana. Por la encarnación quedó la naturaleza hu_– mana santificada y hecha fecunda para engendrar a Cristo. Lo cual sucede por la vida santa de los 40
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