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bautismo nos da la «prenda» ,(arras) del Espíritu. Es una semilla de Dios en nosotros, todavía no es la plena floración. Por eso se comprende que la rotura con el pecado que opera el bautismo no es absoluta en el hombre. No g:tJeda nada de lo que es formalmente. pecado, pero quedamos sujetos a algunas de sus consecuencias: la inclinación al pecado en nuestro cuerpo y en nuestra alma; la sujeción al sufrimiento y a la muerte. Pero aun en estos residuos de la pecaminosidad encontramos un nuevo sentido: el combate espiritual y la ex– pectación de la muerte, tienen sentido. para el bautizado como asimilación a la vida de «humi– llación y obediencia», al estado de «anonadamien– to» que tomó Jesús antes de recibir del Padre la «exaltación gloriosa». Por el bautismo el cristiano se hace «hombre de Cristo», incorporado a su vida y destino. Por tanto,. también compañero de combate contra los poderes del mal: el pecado, el dolor y la muerte. 3. La vida cristiana como continuo renacer. La vida nueva creada en nosotros por el bautis– mo hay que entenderla en un sentido íntegramente dinámico y operativo. Al entrar en la familia del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo entramos en una corriente de vida infinitamente intensa. La vida de los tres consiste en la donación de vida que el Padre hace al Hijo y ambos al Espíritu 39
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