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radamente. Por eso,, comenta santo Tomás, a todo bautizado se le comunica la pasión de Cristo como remedio del pecado, como si él mismo hubiese sufrido la pasión y muerte. Y como la pasión de Cristo satisfizo por todo pecado y pena de pecado, así el bautizado se ve libre del reato de cualquier culpa y de la pena debida por la culpa 18 • Dentro de /'a liturgia, bautismal se expresa dra– máticamente esta idea de la muerte al pecado bajo diversos ritos y símbolos. Es impresionante, en este sentido, el rito de los exorcismos para lanzar al diablo del alma del bautizando. Todas las ceremonias previas a la ad– ministración del sacramento hacen alusión a la superación del pecado y del mal cuya personifi– cación es el diablo: el triple soplo del sacerdote al principio de la ceremonia; la signación con la cruz para que rompa todo lazo con Satanás; el exorcismo de la sal que se aplica al bautizando como «sacramento saludable para poner en fuga al enemigo». En forma solemne e impresionante se conmina al diablo que deje al hombre por me– dio de los conjuros. Culmina en las «renuncias» que se hacen antes de 1a profesión de fe. Por el bautismo el hombre queda desvi'nculado del viejo Adán, de su pecado, de sus inclinacio– nes al mal, de su modo de ver las cosas, de su conducta pecaminosa. 18. Sum. Theolog., 111, q. 69, art. 2, resp. 31
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