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comienza a ser afectado por las realidades, acon– tecimientos y enseñanzas teológicas cuando recae sobre, él la elección divina: en ella le llama Dios a la santidad y a la existencia. Ahora bien, el sacramento (el bautfrmo, en particular) es el mo– mento en que aquella «llamada» et~a es inti– mada por Dios a cada hombre en forma sensible, pública, dramática: se hace un «acontecimiento» histórico en la vida personal de cada cristiano. Cuando la «llamada» eterna de Dios se encama en un sacramento y entra en el recinto de nuestro tiempo y de nuestro espacio, tiene que oírla cada cristiano en forma ineludible. El amor de Dios al hombre se pliega más apremiante sobre nosotros: nos impulsa a comprender que hay un «tiempo y espacio de ·Dios para nosotros». * * * Los diversos aspectos de la teología bautismal son todos ellos realidades y acontecimientos so– brenaturales compresentes y complicados unos en otros. Por motivos didácticos, y para lograr un poco de claridad, hemos hecho la división que nos va a servir de base para desarrollar el tra– bajo: estudiamos el bautismo como incorporación a Cristo. Y por ello como entrada del cristiano en la familia divina, en el cuerpo místico de Cristo. Esto lleva consigo la exigencia a un vivir en Cristo; la participación en su dignidad mesiánica; 24

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