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Pt:lagianos y reformadores. En este sentido han logrado una gran perfección teologicotécnica; pero han perdido flexibilidad para ser 'aplicados a las necesidades espirituales del cristiano. En el NT y en los santos padres la doctrina de la gracia se desarrolla continuamente en tomo a los sacra– mentos. Cuando los misterios de la deificación del cristiano se encaman en los signos externo~ y tangibles del sacramento es cuando recobran toda la aptitud que tienen para ser asimilados por los fieles. Nuestra teología sacramentaria es más am– plia y completa que la que lograron los santos padres. Conocemos mejor los misterios de los sacramentos de la iniciación que ellos ya estudia– ron con amplitud. Además, estamos mejor infor– mados sobre los demás sacramentos que ellos es– tudiaron menos, doctrinal y espiritualmente: pe– nitencia, matrimonio, orden y extremaunción. Por eso la teología y la espiritualidad sacramentarias de los cristianos del siglo :xx pueden y deben ser más hondas y completas que en cualquier época anterior de la Iglesia. Si queremos dar al desarrollo de la vida cris– tiana, al «seguimiento de Cristo» su fundamento último, hay que llegar a esta visión sacramentaria: presentarla toda como continuación de la realidad divina en que fuimos introducidos por el sacra– mento (baut'i'smo, en el caso), prolongación, en nuestra vida personal entera, de la muerte-resu– rrección de Cristo, en la que fuimos sumergidos. 22
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