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xn hasta nuestros días. En oriente ha mantenido su preponderancia. Y así, mientras en occidente los teólogos espirituales distribuyen las etapas del «se– guimiento de Cristo» en etapa de inctpientes, pro– ficientes y perfectos (vía purgativa, iluminativa y unitiva) o según los grados de oración, en oriente estas etapas siguen fijadas en su sentido primitivo sacramental. San Gregario Niseno, el Pseudo-Dio– nisio, Nicolás Cabasilas, describen el proceso del «seguimiento de Cristo», la vida en Cristo, en torno a los sacramentos de la «iniciación cris– tiana»: bautismo, confirmación y eucaristía. La espiritualidad antigua era más sacramental, litúrgica, eclesial y comunitaria. La espiritualidad de los últimos siglos en occidente ha resaltado con exceso los aspectos morales, individuales, la asee– sis personal, dejando un poco en penumbra lo sacramental y eclesial. Sin embargo, hay que evitar la fácil tentación de hablar de antagonismo o exclusivismo. El seguimiento de Cristo implica ambos aspectos. La espiritualidad cristiana debe ser, simultáneamente y en forma jntensa, sacra– mental y moral, aunque en: gradación jerárquica. Nosotros pretendemos destacar la importancia primordial del sacramento en la vida cristiana; pero si'n preterir la moral y la ascesis, sino más bien llenándolas de nueva vida bajo la influencia del sacramento. 20
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