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a) A veces se acentúa e,l hecho de que cada hombre debe esforzarse en realizar la muerte– resurrección de Cristo por medio de la práctica de las virtudes: humildad, obediencia, cáridad, oración, mortificación. Los mismos sacramentos serían considerados, prevalentemente, como me– dios de perfección. En tal caso .se origina un tipo de espiritualidad que llamaríamos ascét'ica,, indivi– dualista, moralista. b) O bien .la conformación con Cristo se ve realizada en los sacramentos de1 baut'i'Smo, confir– mación, eucaristía;, etc., bajo diversos aspectos. Las prácticas de piedad, el eje,rcicio de la morti:fica- i ción y virtudes cristianas, la ascesis individual, son 1 1 vistas como consecuencias, preparación y conti- nuación de la vida en Cristo lograda por el sacra– mento. Y en este caso asistimos al nacimiento de una espiritualidad · sacramental-litúrgica-eclesial; ya que el seguimiento de Cristo se inicia, se con– tinúa y se consuma en torno al sacramento: la Iglesia como «sacramento primordial», los sacra– mentos en sentido estrictó y los sacramentales y el culto que se desarrolla en torno al sacramento y al sacramental. Esta doble tendencia de1 la espiritualidad cris– tiana no sólo es teóricamente posible, sino que se ha dado en la historia de, la .Iglesia. La espiritua– lidad antigua de toda la Iglesia era pre:ponderante– mente sacramental-litúrgica-eclesial. Esta tendencia se atenuó un poco en occidente desde el siglo 19

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