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de nosotros. Aun cuando nosotros vamos con Él, Jesús nos anda el camino; y también podemos decir que Él anda de nuevo su camino en nos– otros. En una fórmula breve podríamos decir que seguir a Jesús es hacer que se verifique en: nos– otros su muerte-resurrección. Con todo lo que tales hechos implican: toda la historia divina de Jesús, el humillado y exaltado servidor de Dios. Tal como hemos descrito el seguimiento de Cristo se apreciin bien claramente dos vertientes o dimensiones, sobre todo si se entiende el segui– miento como muerte-resurrección con Cristo: l.ª hay un aspecto activo, humano, moral, ascético, consistente en que nosotros colaboramos al se- . guimiento de Cristo, oyendo y respondiendo a su llamada; aceptando activamente la fuerza de Cristo dentro de nosotros; procurando, por nues– tros actos, cumplir en nosotros el mismo hacer, decir y sobre todo morir-resucitar de Cristo; 2.ª hay, sobre todo, un aspecto místico, divino, sa– cramental y pasivo respecto al hombre, consistente en la fuerza de Dios que obra en ñosotros, para verificar en nosotros la muerte-resurrección de Jesús, su humillación-exaltación. Teniendo a la vista esta doble dimensión del seguimiento de Cristo, se ve claro que puede surgir en la vida cristiana una doble orientación básica, una doble tendencia en la espiritualidad cristiana: 18
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