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obediencia absoluta, en la cual su oondición de «Hijo de Dios» tiene su máxima expresión sensi– ble. La exaltación tiene lugar, ante todo, delante del Dios Padre, cuando éste resucita a su obedi'e'n't'e Hijo, le sube a los cielos y le sienta a su derecha. La exaltación tiene también lugar fuera de Dios: Jesús es glorificado en la Iglesia y mediante la Iglesia en la creación entera, al serle. concedido el título de, «Señor» de la Iglesia y del universo: el nombre de Kyrzhs, nombre que le da derecho a la adoración en el cielo, en la tierra y en los infiernos. Según esto podemos ya comprender lo que sea el «seguir a Cristo». En su sentido más simple y elemental, seguir a Jesús es «acompañarle» día y noche por los cam– pos de Palestina, después de haber dejado, por invitación de. Él, todas las cosas. Los discípulos sentían su existencia y destino ligados al del Maes– tro. El «acompañarle» en la actividad mesiánica llevaba consigo, como consecuencia, el que tam– bién ellos estarían al lado de Jesús en los últimos tiempos, cuando instaurase su reinado. Antes de los acontecimientos pascuales, los seguidores de Jesús creían en un triunfo y en un reino terreno. Cumplidos los «hechos pascuales» - muerte, resurrección, ascensión, venida del Espíritu -, los apóstoles comprenden que seguir a Jesús consiste, ante todo, en incorporarse a su muerte, (humilla– ción) y a su resurrección (exaltación). La humi- 15

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