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vas, nuestras reflexiones teológico-kerigmáticas so– bre el bautismo. 2. Doble vert'l 1 ente de ta vi'da crist'i'ana. Como es sabido, el desarrollo de la vida cristia– na está determinado por la concurrencia de dos fuerzas: lo divino, elemento principal, activo, que tiene siempre y en absoluto la iniciativa; y lo hu– mano, elemento subordinado, receptivo·, que ne– cesita ser activado siempre de, nuevo por Dios. Según que se haga prevalecer o simplem~nte se ponga el acento sobre uno u otro de los elemen– tos, se asistirá al origen de dos orientaciones den– tro de la espiritualidad cristiana. Una tendencia que valoriza más continuamente la acción divina que actúa en nosotros y por eso la llamamos mís– tica. Y otra tendencia que - suponiendo como básica la fuerza divina - tiende a acentuar en la práctica la necesidad _del esfuerzo humano, y que llamaríamos ascética,, porque valoriza con más in– sistencia lo humano, la cooperación natural a la obra total del desarrollo de la vida cristiana. La que hemos denominado tendencia «mística» pue– de calificarse también, y como consecuencia, de espiritualidad sacramental, litúrgica, eclesial. Tér– minos que no son sinónimos; pero que están im– plicados unos en otros y se completan. La llama– da tendencia «ascética» podría dar origen a una espiritualidad individual, moralista. 11

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