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la «fiesta del bautismo» en otro día no la em– pobrece. c) El bautismo ha de ser objeto de la devoción indfvi'dual. El día del nacimiento de un cristiano debería ser un bautismo en que nació para Dios. El momento de la misa es cuando el bautizado cumple en toda la plenitud posible su función sa– grada como «adorador de la Trinidad» en Cristo y en la Iglesia. En este momento debe también to– mar más viva conciern;ia de su dignidad y del «sacerdocio bautismal» que se le ha conferido: tomando parte activa en el sacrificio de Cristo; ofreciéndose a sí mismo como hostia a Dios; reno– vando la alianza divina en la que fue admitido por el bautismo y que ahora se renueva en la Iglesia entera con la misa, sacrificio de la nueva alianza. Ofreciendo el sacrificio de la misa con la Iglesia y con Cristo, sé encuentra el cristiano en la pleni– tud máxima que en la tierra puede lograr su ser, su dignidad y misión de bautizado. 118
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