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profesión o del día de la ordenación sacerdotal, es una práctica de piedad muy extendida entre religiosos y sacerdotes. El valor religioso, educa– tivo y espiritual de tales «renovaciones espiri– tuales» salta a la vista. Algo parecido convendría hacer en la parroquia en determinadas solemni– dades: con motivo de unos ejercicios espirituales colectivos o por grupos; como final de la santa misión; el día de la confirmación, ya que ésta es complemento del bautismo. En todo caso se ha de hacer preceder de una instrucción en que se recuerden las grandes realidades que encierra el misterio bautismal. · b) La vigilia pascual con su nueva liturgia está llena del recuerdo de la resurrección de Jesús y del bautismo en que cada cristiano «conresucitó» con Cristo. La celebración digna y bien preparada de la vigilia pascual es de por sí una auténtica «proclamación-kerigma» de la salvación de Dios que viene a nosotros en la resurrección de Cristo y en el bautismo. Tal .vez sería una buena práctica pastoral la celebración comunitaria de un «día del bautismo», ya sea toda la comunidad parroquial, ya las di– versas asociaciones devotás, particularmente los miembros de Acción católica. El bautismo y la confirmación son la base teoiógica de su espiritua– lidad y actividad apostólica. Y esto aunque se haya celebrado debidamente la vigilia pascual. Ya que está tan cargada de contenido que el reiterar 117

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