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hasta el bautizado de la unción mesiánica de Je– sús: La unción sustancial que le consagró a Él como Mesías - rey, profeta, sacerdote de la hu– manidad entera - llega participada al bautizado y lo hace sacerdote, rey y profeta ante la Tri– nidad, junto a Cristo. Con toda· razón podemos decir que el bautismo reproduce en el hombre la imagen de Cristo, nos transforma en Cristo, nos configura con Cristo, nos hace «otro Cristo». Pero Jesús, al presentarse ante el mundo, no se ofrece como el fin último, el término absoluto y definitivo: Jesús es el camino hacia el Padre. Toda la vida, la luz que vino a dar a los hombres la dispensa Él como un «don» que también .Él ha recibido de otro: como «don» del Padre. En toda su acción y en su ser Jesús es la «revelación» y el «revelador» del Padre, de la Trinidad. Y por eso el bautismo, al sumergirnos en Cris– to, nos introduce en una corriente de vida que no termina en Jesús mismo, sino que en Jesús nos lleva hacia la fuente de la vida que es· Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. VII. HOMBRE NUEVO Y SUPERIOR CREADO POR DIOS Como hemos visto repetidas veces, el bautismo nos hace «hombres de Cristo». San PabJo nos habla 99

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