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divina se asemeje, en lo posible, a la conformidad de los comprensores. Pero aun en este sentido hemos de observar que no podemos obrar con igual perfección, ni en éste ni en él otro mundo; porque Jesús y María son seres que so– brepasa:n mucho en perfección y santidad a los ángeles y a los santos. Los mismos ángeles no tienen los impedimen– tos para obrar que tienen los hombres. Los Santos com– prensores están en condiciones que no tenemos los viado– res. Así que cuando pedimos que se haga la voluntad de Dios, así en la tierra como se hace en el cielo, deseamos la perfección, cuando así oramos. Deb.emos desear que nuestra conformidad sea perfecta cuanto es posible aquí en la tierra, esforzándonos en imi– tar la perfección con que se verifica en los habitantes del cielo. Pero hemos de tener presente que aún aquí en la tierra entre los santos se pueden dar muchos grados de perfec– ción en la conformidad, como en las demás virtudes. Es necesario trabajar para que nuestra conformidad tienda siempre a una mayor'perfeción. Que sea espontánea, sin– cera, pronta, alegre, universal,, perenne. Ejecutar todo lo que Dios quiere, en la forma que lo quiere y con el espíri– tu que lo quiere. JU. REPARACION DE LAS REBELIONES CONTRA LA VOLUNTAD DIVINA El soberbio Lucifer exclamó : Non serviam.. El y todos sus secuaces se rebelaron contra la voluntad de Dios. Adán en el paraíso terrenal se rebeló contra el precepto de Dios. Caín contradijo el precepto natural del amor fraterno. En general podemos decir que todo pecado es una rebelión contra la voluntad divina. Se opone a la divina voluntad el egoísmo personal. Se 93
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