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I. EXCELENCIA Y NATURALEZA DE ESTA PETICION Esta es la oración más sublime y agradable que pode– mos dirigir al Padre celestial. Es el centro de oro de la Oración Dominical. Se dice que el Señor reveló a Santa Catalina de Génova: ce Cuando tú dices el Padre Nuestro, toma como base Hágase tu. voluntad». Pedimos en ella conocer la voluntad de Dios y cumplirla como se debe. El Salmista decía: ccEnséfiame, Señor, a haoer. tu .volun– tad, porque tú eres mi Dios» (60). Se dice que el misántropo filósofo ginebrino Rousseau reducía todas las demás oraciones a esta sola, fuera de la cual todas son superfluas. Fiat voluntas tua. Esta es ~na resignación completa al querer de Dios. S. Agustín la llamó forma desideriorurn (6i). Es la fórmula concisa o esquema abreviado de todos los deseos. Es un verdadero acto de amor que nos uniforma a la voluntad del Padre. El amor no tiene más que una palabra sola que nunca se repetirá suficientemente: Hágase tu voluntad. Hay muchas distinciones ·de .la voluntad de Dios res– pecto a las cosas y a su eficacia. A nosotros ahora nos in– teresan dos especies de voluntad: Voluntad de beneplácito y de signo. La voluntad de beneplácito, que se llama también absoluta, es aquella por la cual Dios quiere absolutamente que una cosa se haga. Se cumple y no puede ser impedida por ningún obstáculo. Así. dice Dios por Isaías : Om,nis voluntas rnea fiet (62). Al principio del mundo Dios pronunció aquella pode– rosa palabra Fiat y el mundo brotó de la nada. Los cielos y la tierra respondieron sonrientes a la voz dél Creador y continúan cantando su gloria y su hermosura. Nada (60) Ps., CLXII, 10, (61) Serm., LVI, 4. (62) Is., LVI, 10.

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