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latos: ¿Luego tú eres rey? Respondió Jesús: Tú dices que soy rey (34). El reino de Jesús anunciado por los Profetas y por el mismo Mesías significa el reino espiritual, la sociedad pOt'. El fundada para salvar y santificar las almas. Esa socie– dad, ese reino espiritual nq es otro cosa que la: Iglesia : una, santa, apostólica y católica... Si el fundador del cristianismo no hubiera intentado ordenar y gobernar la Iglesia sobre la tierra, los Evange– lios no tendrían ni sentido ni valor alguno, Toda la lite– ratura y toda la atmósfera neotestamentaria presuponen y viven de esta misión de la Iglesia. A esta Iglesia Jesús manda propagar la fe, predicar el Evangelio por todo el mundo. Los Apóstoles, recibido el Espíritu Santo el día de Pentecostés, se extendieron por todo el mundo formando cristianidades, extendiendo la Iglesia, predicando la doc– trina, administrando los sacramentos, formando la jerar– quía. Esta es la doctrina de los SS. Padres y Doctores de la Iglesia. S. Ireneo dice: «El Espíritu Santo está donde , está la Iglesia» (35). S. Cipriano: «No hay salvación fue– ra de la Iglesia» (36). Inocencio III en el siglo XIII escribe que el Reino de Dios se llama Iglesia militante, porque rige; Iglesia triunfante, porque reina. Identificando el reino de Dios con la Iglesia, no hace otra cosa que confir– mar el pensamiento de la tradición que tiene principio en la mente y en el corazón de Jesús. La vida histórica de la Iglesia a través de los siglos es la evidencia tangible de su divina misión en función con el reino de Dios. Ha unificado en Cristo y en su Vicario visible el Cuerpo M1stico de los creyentes ; ha enviado apóstoles por todo el mundo; ha sido madre fecunda de (34) Joann., XVIII, 34•37, (l5) Adv, Haer., III, 3. Cfr. Enchirid. Patrist., núm. 226. (36) De únit, Eccl, Cfr. Enchirid, Patrits,, núms. 555,557, ij7

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