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Nadie puede decir Jesús es el Señor, sino en el Espí– ritu Santo (9). El es la piedra rechazada por vosotros los constructores, que ha venido a ser piedra angular. En ningún otro hay salud, pues ningún btro nombre ha sido dado bajo el cielo, entre los hombres; por el cual podamos ser salvados (10). El nombre de Jesús es grande por su origen, porqu@ viene del cielo. Es grande por su significado, porque sig– nifica Salvador. Es grande en la tierra, donde obra mila– gros y santifica a los elegidos. Es grande en los infiernos, donde encadena a los demonios'. Es grande en los cielos, donde clama bondad y miserico.rdia. Es grande donde, quiera, porque es sobre, todo nombre. ¡ Oh Señor! que todas las naciones confiesen la gran– deza de tu nombre, porque es santo y terrible (ii). En el nombre de Jesús• la oración se hace omnipoten– te y la Iglesia nos lo enseña con la práctica. De hecho en el nombre de Jesús ora, administra los sacramentos, ben– dice la cuna y la tumba. En el nombre de Jesús los Após– toles obran milagros. En el nombre de Jesús arrojan los demonios. En el nombre dé Jesús los Apóstoles y misio– neros han obrado tantos prodigios. El nombre de J esós es dulce y amable ; porque es Pontífice y Mediador, Salvador y Santificador. Es el Pa~ dre amante que recibe con los brazos abiertos a todos los hijos pródigos que confiados y arrepentidos vuelven a la casa paterna. Con el nombre del Padre sea también santificado el nombre del Hijo y del Espíritu Santo y d.e toda la Santí– sima, Trinidad. Que Dios Trino y Uno sea conocido, ala– bado y glorificado por todos los. hombres. (9) I Cor., XII, 3. (10) Act., lV, 11•12. (11) Ps., XCVIII, 3. 51
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