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turas a bendecir al Señor y Creador del universo. San Francisco de Asís compuso el Cántico de las criaturas para que todas ellas alabasen al Señor. · Al nacimiento del Salvador los Angeles cantan : « Glo– ria a Dios en las alturas y paz a los hombres de buena voluntad» (7). La Iglesia en el prefacio de la Misa excla– ma: Santo, Santo, Santo, Señor Dios de los Ejércitos, lle– nos están los cielos y la tierra de vuestra gloria. Y en las funciones litúrgicas y Oficio Divino con frecuencia sé repite : Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Es una petición misionera; pues suplicamos al único Dios verdadero que su nombre sea santificado y conocido por todos los hombres. Santificando el nombre glorifican la Persona, las pefecciones y todo cuanto se contiene bajo e1 bendito nombre del Padre que está en los cielos. II. GLORIFICACION DEL NOMBRE DE JESUS Aunque en las palabras de la Oración Dominical no se habla del nombre de Jesús, sin embargo, podemos con– siderar aquí nosotros las excelencias de este dulcísimo nombre, y desear y pedir que sea también santificado y glorificado; pues es el Nombre del Verbo Encarnado, que le fué impuesto en su dolorosa Circuncisión. Este nombre le convenía, porque recibió la misión del Eterno Padre de salvar al mundo. Ninguno se podrá sal– var, sino en el nombre de Jesús, dice S. Pablo: «Jesús se humilló hecho obediente hasta la muerte, y muerte de cruz; por lo cual Dios le exaltó y le otorgó un nombre sobre todo nombre, para que al nombre de Jesús doble la rodilla cuanto hay en los cielos y en la tierra y en los abismos, y toda lengua confiese que Jesucristo es Señor para gloria de Dios Padre» (8). (7) Luc., U, 14. 8) Phi!., II, 8•11. 50
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