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y pei'egrino eh este rn;undo? ¿Busco y me dl.rl: jo a la celestiai Jerusalén, que será mi mansi_ón permanente por toda una eternidad? ' Pero el cielo no se ha hecho sólo para mí. Todos los hom– bres están destinados a la misma casa del Padre común. To– dos quieren la felicidad y la posesión de la herencia paterna. ¿La pido, la deseo y la procuro para todos? ¿Soy tan egoísta que piense sólo en mí y me olvide de tanta multitud de seres raciona~es, cuyos destmos eternos ignoramos"/ Propósitos. - Me esforzaré en salvar mi alma y trabajaré por salvar las almas de los demás para que todos vayamos a la casa del Padre común. Cuando diga, Padre Nuestro que estás en los cielos, volaré con mis pensamientos al cielo para contemplar la gloria de.l. Padre celestial juntamente con la gloria de toda su corte. Ante la consideración del cielo des– preciaré las cosas viles y transitorias de la tierra y sólo as– piraré a las celestiales y eternas. Un amigo del P. Damián, el Apóstol de los leprosos, le ofreció de parte del Gobierno un cargo oficial en la lepro– sería, con la gratificación anual de 250.000 pesetas. El Padre Damián rechazó la oferta con estas palabras: «Ni cinco mi– nutos me quedaría en esta tierra de Molokai, aunque me ofrecieran dos millones. Lo que únicamente me retiene es el amor de Dios y la salvación de las almas. Señor, que todos conozcamos el valor de las almas y mien– tras nos detiene la vida en este destierro trabajemos y diga– mos: Dios mio, dame almas; tengo sed de almas; quiero vi– vir, sufrir y morir por las almas. Peticiones. -Jesucristo, Hijo de Dios, que dijiste: La mies es mucha y los operarios son pocos; rogad al Señor de la mies para que envíe más operarios a su viña; que aumente el número de trabajadores evangélicos a fin de que todos los hombres te alaben, te glorifiquen, te sirvan y habiten en tu casa por toda la eternidad.

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