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ni se puede circunscribir a un lugar determinado. Lo llena todo, lo penetra todo, lo sabe todo; no hay cosa en los cielos y en la tierra que esté fuera de su dominio. «¿Dónde podría alejarme de tu espíritu? ¿Adónde huir de tu presencia? Si subiere a los cielos, allí estás ; si ba– jare a los abismos, allí estás presente. Si robando las plu– mas a la aurora, quisiera habitar en el extremo del mar, también allí me cogería tu mano y me tendría tu dies– tra» (54). Sin embargo, la Escritura nos dice que el Padre está en los cielos. Desde el cielo mira a los hombres (55). Jesús dice que sube a su Padre y a nuestro Padre (56) ; que está sentado a la diestra de Dios Padre; que desde el cielo enviará el Espíritu Santo. En el cielo se dió la batalla en– tre los ángeles buenos y malos; la Virgen subió en cuerpo y alma a los cielos; al Buen Ladrón le dijo Jesús «Hoy estarás conmigo en el paraíso». En el juicio final el Juez Supremo dirá a los condena– dos: Id malditos al fuego eterno. Y a los justos: Venid, benditos de mi Padre, tomad posesión del reino preparado para vosotros desde la creación del mundo (57). San Pablo dice que fué arrebatado al tercer cielo y que vió cosas incomprensibles que no puede explicar lengua humana (58). No hay duda que hay un cielo donde se manifiesta la gloria del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y con las Tres divinas Personas toda la corte celestial. II ¿QUE COSA ES EL CIELO? Algunos antiguos creían que el cielo fuese una séptima cúpula cristalina de la cual pendían las estrellas como (54) Ps., CXXXVIII, 7-9. (55) Ps., XIII, 2. (56) Joann., XXV, 17. (57) Mat., XXV, 34. (58) IICor., XII, 4,

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