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y por el pecado la muerte, y así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos habían pecado». (41). «Si pues, por la transgresión de uno solo, esto es, por obra de uno solo, reinó la muerte, mucho más los que re– ciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia reinarán en la vida por obra de uno solo, Jesucristo. Por consiguiente, como por la transgresión de uno solo llegó la condenación a todos, así también por la justicia de uno solo llega a todos la justificación de la vida. Pues como por la desobediencia de uno, muchos fueron hechos peca– dores, así también por la obediencia de uno muchos serán hechos justos» (42). Somos todos hermanos en el primer Adán y todos her– manos en el Segundo Adán. Por aquél desgraciados, por éste restaurados ; por aquél pecadores, por éste justos. El pecado de origen pasó a todos, y el decreto de redención abrazó también a todos. «Ante todo ruego que se hagan pe– ticiones, oraciones, súplicas y acciones de gracia por todos los hombres, por los emperadores y por todos los consti– tuídos en dignidad, a fin de que gocemos de vida tranquila y quieta con toda piedad y honestidad. Esto es bueno y grato ante Dios nuestro Salvador, el cual quiere que todos los hombres sean salvados y vengan al conocimiento de la verdad. Porque uno es Dios, uno también el mediador entre Dios y los hombres, el hombre Cristo Jesús, que se @tregó a sí mismo para redención de todos» (43). Jesucris– to se encarnó por todos, padeció por todos, murip por todos; ofreció su sangre por todos, estableció su Iglesia para todos. Jesús es nuestro Padre Redentor. Nuestro Rey con– quistador, nuestro común Libertador y Mediador. «Todos pue5 - dice S. Pablo - sois hijos de Dios por .la fe en Cristo Jesús. Porque cuantos en Cristo habéis sido bauti- (41) Jl.,m., V, ll. (42) Rom., V, 17•19. (43) I 'l'im., II, 1,6.
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