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dita y digna de perdición. Entre los Romanos sólo e:raft eonsiderados y respetados los que podían decir : JJ)go civis romanus sum,. Yo soy ciudadano romano. Los demás eran bárbaros, hombres de la gleba, esclavos. En algunos pue– blos paganos la mujer ,es como una esclava o un instru– mento de placer sín personalidad y sin derechos. ·· Jesucristo enseña que todos los hombres son iguales y tienen los .mismos derechos y la. misma dignidad natural y que todos podemos exclamar:. Padre Nuestro. San Pablo escribe a .los Efesios: «.Sólo un Señor, una fe, un bautis– mo, un Dios y Padre de todos, que está sobre todos, por todos y en todos» (39). Todos delante de Dios somos igua– les; todos hijos del mismo Padre, todos hermanos. II. FRATERNIDAD UNIVERSAL POR RAZON DE REDENCION Tenemos un Padre común que está en los cielos ; pero también tenemos otro padre común que estuvo en el paraí– so terrestre. Adán es el Padre de todos los hombres, de toda la familia humana. San Pablo predicaba en el Areó– pago de Atenas : «El Dios que hizo el mundo y todas las cósas que hay eh él; éste, siendo el Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos hechos por mano del hombre, ni por manos humanas es servido, como si necesitase de algo, siendo El mismo quien da la vida, el alimento y to– das las cosas. Él hizo de uno .todo el linaje humano, para poblar la haz de la tierra» (40). Adán, cabeza del género humano, representante de to– dos sus descendientes, pecó y causó la ruina de todos. «Así pues, como por un hombre entró el pecado en el muJ'\do, (39) Eph., IV, S,6. (40) Act., XVII, 24,26. 33
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