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sa participada que obra por la virtud concedida de la .causa primera, Dios. Sin e! concurso de Dios, nada podría obrar, como el pincel no podría pintar solo, si no ruera !fiOVido por el artista. Se ha de observar que en .la formación del hombre entra como elemento necesario el alma, forma substan– cial, que vivifica la materia. Y el alma espiritual e in– mortal es creada inmediatamente por Dios solo. El padre terreno coopera solamente a· la formación del .cuerpo. Lue– go todo cuanto tiene el hombre lo recibe de Dios : alma, cuerpo, potencias y sentidos son dones que le concede el Creador. Toda participación de los seres criados depende del Ser Increado ..Toda bondad de las criaturas., de la Bon– dad Suma. Toda perfección limitada., de la Perfección Infinita. Por esto dice el Salmista: Tus mµnos_ me hicies ron y me f armaron (7). La admirable y fuerte madre .de los Macabeos, decía a sus hijos: <e Yo no sé cómo habéis aparecido en mi seno, no os he dado yo el aliento de vida ni compuse vuestros miembros. El Creador del universo autor del nacimiento del hombre y hacedor de todas las cosas., ése misericordio– samente os devolverá la vida., si ahora, por amor de sus santás leyes, la despreciáis» (8). Luego todo hijo detrás de la dulce figura de sus padres terrenos debe ver la figura más excelsa y sublime del Pa– dre celestial; al verdadero Padre. Nuestro que nos dió el ser que tenemos y nos crió a su. imagen y semejanza. Por esto decía Jesús: «No llaméis padre a nadie sobre. la tie– rra, porque uno solo es vuestro Padre, el que está en los cielos» (9). Consideremos, pues, la nobleza de nuestro origen. Dios, infinito y perfecUsimo en todo género de perfecciones, es (7) CXV!ll, 73, Job., 8. (8) II Mac., VII, 22•23. (9) Mat., X><;II, 9, i7

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