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aflictivas. Cuántas y cuáles son no consta con certeza. Lo cierto es que las almas en el Pu'rgatorio sufren.. En medio de sus sufrimientos tienden. una mano su– plicante para que nosotros mitiguemos sus dolores con los sufragios y las satisfacciones que les podemos aplicar, La Iglesia militante ruega por la Iglesia purgante. Esperemos en la misericordia de Dios que nos libre de la muerte eterna del infierno. No permitirá que mu– ramos sin la blanca vestidura de la gracia, que nos da el derecho a la herencia paterna de la gloria. Pero no es tan fácil que nos libremos completamente del Purgatorio. En el cielo nada puede entrar manchado. Toda deuda grande o pequefia tiene que estar pagada. Procuremos satisfacer en esta vida con la penitencia; para evitar un largo y terrible Purgatorio. De todos modos, supliquemos .a Di9s que nos libre de todo mal ; que por sus bondades y misericordias nos libre de todos los ma– les físicos, intelectuales, morales, temporales y eternos, de cuerpo y de alma. A.b om:ni malo, libera nos, Domine. Aplicaciones misioneras. - En los países misioneros se dan también otros males que no suelen existir en los países católicos. Tales son por ejemplo la idolatría, las supersticiones, la hechicería y otros males que proce– den de las falsas religiones. Muchas regiones carecen de la civilización, de la cul- , tura, de las comodidades de la vida moderna, de médicos, medicinas, hospitales, clínicas y otros medios para miti– gar los dolores. Pero sobre todo carecen del conocimien– to de un Dios Padre bondadoso y misericordioso, a quien acudir para recibir resignación y consuelo. No claman como nosotros: Padre Nuestro que estás en los cielos, lí– branos del mal, consuélanos en la aflicción, no nos aban– dones en la tribulación... Carecen del conocimiento de Jesús Crucificado· que padeció y murió por todos nosotros y nos dió ejemplo de 139

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