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:Por Ezequiel dice a los de la casa de Israel : «Volvéos y convertíos de vuestros pecados y así no serán la causa de vuestra ruina. Arrojad de sobre vosotros todas las iniqui– dades que cometéis, y hacéos un corazón nuevo y un espíritu puro... Que no quiero la muerte del pecador. Con– vertíos y vivid» (25) .. Después de los Profetas viene Jesús y dice : ce Si no hi– ciereis penitencia, todos igualmente pereceréis» (26). Pro– pone la hermosa parábola del hijo pródigo y perdona y manda perdonar a los pecadores arrepentidos. Y en la oración nos enseña a pedir perdón de nuestras deudas o pecados. « Padre, perdónanos, ten piedad de nosotros po– bres pecadores.» Yendo ,Jesús hacia Jerusalén, atravesa– ba por entre Samaria y la Galilea, y entrando en una al– dea, le vinieron al encuentro diez leprosos, que a lo lejos se pararon, y levantando la voz decían: «fosús, Maestro, ten piedad de nosotros». Viéndolos les dijo: Id, mostráo.s a los sacerdotes (27). En la Nueva Ley para el perdón de los pecados se requiere la contrición con el propósito, por lo menos implícito, de recibir el sacramento de la peniten– cia. Es necesario ir al sacerdote, corifesarle los pecados, someterlos a las llaves, él, legítimamente autorizado, co– mo representante de Dios, nos absuelve y perdona. Jesús, Sumo Sacerdote de la Nueva Ley, perdonaba a los peca– dores arrepentidos. Ahora sus ministros, en su nombre; los perdonan también. Jesús concedió esta potestad a.los Apóstoles. Como me envió mi Padre así os envío yo. Di– ciendo esto sopló y les dij o : «Recibid el Espíritu Santo, a quien perdonéis los pecados les serán perdonados; a quienes se los retuviéreis les serán retenidos» (28). Con el sacramento· y todas las cosas que se requieren para recibirle dignamente, se perdonan nuestras deudas. (25) Ez., XVIII, .3Q,32. (26) Luc., XII, 5. (27) Luc•• XVII, lM4. (28) Joann., XX, 21,23, 12:l
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