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turas, o sea, la Revelación de las verdades sobrenaturales. Pedimos este alimento no sólo para nosotros, sino tam– bién para todos los hombres, en especial para los infie– les que nos dirigen las palabras del Profeta Jeremías: Parvuli petierut panem, et non eral qui frangeret eis (9). Los acatólicos, los infieles ... piden pan, el pan de la pa– labra de Dios, piden el alimento de la inteligencia y mu– chas veces no hay quien se lo comunique. La palabra de Dios se comunica con la predicación del Evangelio, con la propagación de la fe, con la extensión del reino de Cristo, con las misiones. Luego son necesarios más operarios para que lleven la luz del Evangelio, el alimento de la inteligencia, las verdades sobrenaturales a todos los que todavía no las tienen y viven en las tinie– blas de la infidelidad, en los errores ... Id y predicad, ensefíad ... Dad pan a las inteligencias con las verdades. Pan de la gracia. El hombre tiene dos vidas: una na– tural y otra sobrenatural. La vida natural corpórea se con– serva y nutre mediante el pan material; la vida sobre– natural mediante la gracia santificante. La gracia es la ayuda del alma, el alimento de la vida espiritual. .. La nueva empieza en el bautismo, donde recibimos la gracia sai;i.tificante. Nacemos hijos adoptivos de Dios, nos incorporamos a Cristo, vivimos unidos a Cristo como el sarmiento a la vid. La gracia divina a manera de sabia circula por nosotros y nos alimenta, conserva, nutre la vida del alma, que es la vida de la gracia. .El alma se nutre de Dios, como dice Tertuliano (10). Cuando tengáis hambre espiritual, pedid el pan a Dios. Padre, dame el pan de la santidad, de las virtudes, de la vida sobrenatural. Y el Padre, lleno de bondad y miseri– cordia, os dirá: Dilata os tuum et implebo illud (H). Di- (9 bis) 'Thren., IV. 4. (10) De Resurrect. carnis, C. 8. P. L. 11, 852. (11) Ps., LXXX, 11. HO
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