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es don tuyo, porque Tú eres Nuestro Señor, Tú conoces nuestras necesidades ; tú extiendes tu mano generosa para darnos lo que necesitamos. Como los pajaritos cantan en la enramada a la salida del sol, así los hombres deben en– tonar el himno del agradecimiento todos los días al recibir de las manos bienhechoras del Dios omnipotente el sus– tento de cada día ... El pan que se pide ha de ser ganado con el sudor de la frente. No el pan que viene del robo, de la usura; de lo que se quita al obrero, al siervo, al padre de familia, al pobre de Cristo. El pan que se debe ganar honestamente por el trabajo individual, material, intelectivo o espiritual. El pan producto del trabajo, santificado por la propia ho– nestidad. No el pan que se gasta en el juego, en los banquetes su– perfluos, en los placeres lujuriosos, en lo-s divertimientos licenciosos, en las orgías de todo género; sino el pan ga– nado honradamente y e:rnpleado razonablemente. El pan, y no el lujo o la comodidad; el pan, y no los ornamentos de oro y gemas rutilantes ; el pan, y no vestidos de seda, las músicas excitántes o las cosas mundanas. III. NECESIDADES .MA'l,ERIALES DE LAS MISIONES Las misiones tienen muchas necesidades materiales. En primer lugar los misioneros tienen necesidad de cosas ma– teriales para vivir, vestir y trabajar. Sin medios son impo– sibles los viajes, el apostolado y la vida misiónera. Pero no sólo los operarios necesitan ayu'da para su vida y actividades, sino también los habitantes de los países de misiones. Generalmente, en los territorios de misión son necesarias muchas obras de beneficencia, como orfelinatos, asilos, hospitales, escuelas, templos, capillas, ornamen– tos de culto, cementerios etc. Todo eso requier.e grandes gastos materiales. Hay otras obras de civilizacion y de cul- 105
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