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6 DR. P. PÍO M.ª DE MONDREGANES, O. F. Mi. CAP. Rey verdadero y universal, Cristo Jesús. Unos contribu– yen con la ciencia y otros con la acción. El ejército mi– sionero trabaja en las primeras lineas del frente, pre– dicando, plantando la Iglesia. Los católicos que residen en su patria, ayudando con oraciones, con limosnas y otros medios necesarios para que la acción de los prime– ros sea posible y eficaz. Pero es necesario que este movimiento misionero y misionológico, de acción y de cooperación, se extienda todavía más; que penetre en la gente culta y en la con– ciencia popular; que todo cristiano se forme una idea de cuáles son sus debe.res en orden al apostolado mi– .~ional. El alma de ese movimiento y de esa conciencia debe ser el sacerdote, que está en inmediato contacto con el pueblo. La parroquia no tendrá espíritu misionero si el párroco o sus encargados no lo tienen. No lo imprimirán en los oyentes o súbditos si antes no lo han aprendido y practicado en los años de formación en los Seminarios o Colegios. Para enseñar y predicar es necesario estar pre– parados, remota y próximamente. Entre los sacerdotes, los párrocos y propagandistas son los que deben esmerar– se más en la preparación, y tener interés en la difusión de las ideas y doctrinas misionales en los fieles; de tal modo que no exista ningún católico en el mundo que no tenga conocimiento y conciencia de sus deberes mi– sionales. Con este fin queremos aportar una contribución más a lo mucho que se ha publicado sobre la materia. Nues--_ tra intención es enfocar el problema de la cooperación misionera según la luz de la teología católica, que es la base de toda misionología verdadera.

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