BCCCAP00000000000000000000638
78 1>1l. i>, PÍO M,li [)E MONI>REGANEs, O, F. MI, CAP. rico, en la práctica el concurso y la ayuda de sólo algu– nos no sería suficiente para llenar las necesidades de todas las misiones. 2) En la suposición, y con el pretexto de que algunos bastarían para cumplir con el deber, los demás se creerían eximidos y no se obtendrían, en realidad, los medios necesarios. 3) Pero la razón más poderosa es que la obligación recae esencialmente so– bre todos y cada uno sin excepción; porque es inherente a todo miembro de la sociedad cooperar al bien común de la misma según su posibilidad. Escribe a este pro– pósito el P. Charles, S. J.: "Los miembros de una socie– dad participan todos de las obligaciones esenciales a la misma. Todos, en efecto, en cuanto miembros, deben procurar el fin social de la colectividad y no pueden ser excusados más que por la imposibüidad física. Es imposible concebir una sociedad moral sin la ·conspira– ción de las voluntades de sus miembros al fin de esta misma sociedad. Siendo, pues, la Iglesia una sociedad obligatoria, es necesario que para todos sus miembros sea objeto de obligación lo que es esencial a su bien. Las obligaciones reservadas a ciertas categorías de miem– bros no pueden ser más que obligaciones particulares derivadas de las generales, como se demuestra por los ejemplos: La Iglesia no tiene la obligación precisamen– te de absolver, sino de desterrar el_ pecado, y, si el sacerdote sólo tiene el deber de absolver, tódos los fieles deben, por la contrición y la sumisión al poder de las llaves, trabajar para eliminar el pecado. La Iglesia tie– ne la obligación de conservar su unidad, y, si el jefe sólo tiene el deber de mandar, todos los fieles lo tienen de obedecer. Estas son dos maneras de asegurar la um– g~d del cuerpo social. La Iglesia· tiene la obligación d~
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz