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PROLOGO Siempre el Pontificado Roman~ se ha in~esado por las misiones; pero de una manera muy notable se han distinguido los tres últimos, Pontífices: Benedicto XV, Pío XI y Pío XII. El día 30 de noviembre de 1,919 publica- . ba la Epístola Apostólica .Maximum illud (1) Benedic– to XV, que f11é como 1ma Magna Carta que estableció muchos de los principios de doctrina y práctica misio– nera. La completó su sucesor Pio XI, llamado el Papa de las .Misiones, con las Letras .Encíclicas Rerum Eccle– siae, del 28 de f cbrero de 1926 ;(2). In.culeando, decla– rando y ampliando las dos a11.teri.ores promulgó el Papa Pío XII, felizmente reinante, la Encíclica Evangelii Prae– cones, del 2.de ,junio de 1951 (3), y Fide donum, del 21 de abril de 1957 (4): , Las directrices de estos tres Sum.os Pontífices han influído poderosamente en los estudios de misionología !J en la cooperación misional. Mucho se ha hecho, cier– tamente, tanto en la teoría como en la práctica; pero mucho queda todavía por hacer. Han aumentado las mi– siones y los misione.ros, los colaboradores y cooperado– res. Todo el mundo católico se ha pllesto en marcha con ardient.es deseos de conquistar el. orbe para su único (1) A.4S., XI, 1919, 440-445. (2) Ibí<l., XVIII, 1926, 65-83. (3) Ihíd., XLIII, 1951, 497-528. (4) Ibíd.; XLIX, 1957, 226-248.

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