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AYUDADME.-COOl'ERACJ,ÓN MISIONERA 71 "Comunique cada cual al prójimo la gracia; según que la recibe, como buenos dispensadores de los dones u.e Dios, los cuales son de muchas maneras" (8). La falta al precepto de la caridad con el prójimo se ccnmina con el castigo de la privación de la caridad para con Dios; porque dice San Juan: "Quien tiene bie~ nes de este mundo, y, viendo a su hermano en necesi– dad, cierra las entrañas para no compadecerse de él, ¿ cómo es posible que permanezca en la caridad de Dios?" (9). Aunque el Apóstol habla de la necesidad _ temporal, con mayor razón podemos aplicar el texto a la necesidad espiritual, tanto más grave cuanto de ma– yores consecuencias. El Apóstol Santiago dice que el que salva un alma hace una cosa grande: "Hermanos 1 míos, si alguno de vosotros se desviare de la verdad, y otro le redujere a ella, debe saber que quien hace que se con– vierta el pecador de su extravfo salvará de la muerte su alma y cubrirá la muchedumbre de los pecados" (10). Ejemplos admirables de esta caridad tenemos en los primeros cristianos, que andaban por las ciudades y pue– blos instruyendo y convirtiendo gran número de paganos, y ayudaban a las nacientes y necesitadas comunidades con las limosnas, como se lee en los Actos de los Após– toles (11) y en las Epístolas de San Pablo (12). (8) I Petr., IV, 10. (9) J Joann., III, 17. (10) Jac., V, 19-20. (11) Act., IV, 32. (12) 1 Cor., XVI, 1-4; Phil., IV.

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