BCCCAP00000000000000000000638

AYUDADME.-COOPERACI1ÓN MISIONERA 59 En el caso de una vocación divina al apostolado, con la legítima misión y la debida autorización, deben pres– tarse para ir a tierra de infieles a predicar y enseñar pe:i;sonalmente la fe católica.' Si a esto no se sienten lla– mados, deben, en ias Iglesias ya formadas de los países católicos, cooperar con todas sus fuerzas a la propaga– ción de la fe con los numerosos medios que la Iglesia, sobre todo en estos últimos tiempos, pone a su dispo– sición. Si ninguno de los simples fieles puede dispen– sarse de esta obligación, dice Pio XI, "num clerus possit, qui sacerdotium et apostolatum Christi Domini, miro ipsius delectu ac concessu, participat ?" (18). Las razo– nes que más adelante aduciremos para probar la obliga– ción de los simples fieles valen, con mayor motivo, para los sacerdotes, que deben servir de ejemplo a los demás (can. 124). Para fomentar el espíritu misional Benedic– to XV (19) y Pío XI (20) deseaban y exhortaban a ins– cribirse en la Unión Misional del Clero, de la cual habla– remos en otro lugar. La misma esencia y dignidad del sacerdocio ya lleva consigo la obligación de trabajar y cooperar a la propa– gación de la fe por todo el mundo, ya que los presbí– teros fueron instituídos para ayudar a los Obispos en su sublime ministerio. El sacerdote, en virtud de la ordena– ción, es el continuador de la ;misión de Jesucristo, el que debe difundir su doctrina y distribuir sus gracias; (18) Rerum Ecclesiae. AAS., 1926, XVIJI, ·pág. 68. Cfr. MoR– CILLO, CASIMrno, La cooperación misional del sacerdote. Cuaderno,s d~ Acción Misional, 7 y 8. OO. MM. PP. Madrid, s. d. (19) Maximum illud,. ibíd., 1919, XI, pág. 454. (201) Rerum E'cclesiae, ibíd., 1'926, XVUI, pág. 71.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz