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CAPÍTULO VI A QUE PERSONAS INCUMBE EL DEBER MISIONERO Como hemos visto más arriba, la Iglesia es esencial– mente misionera. Su misma naturaleza exige que se de– sarrolle, crezca y se extienda por todo el mundo. El de– ber misionero pesa sobre todos los miembros del Cuerpo Místico, pero no de la mism.a manera. Jesucristo dió el mandato in solidum al Colegio.Apostólico, ,del cual pasó a sus sucesores. El deber compete primariamente al Sumo Pontífice, Vicario de Cristo, Sucesor de San Pe– dro en el Primado de la Iglesia; y subordinaq.amente a los Obispos, en comunicación del Pastor Supremo, como sucesores de los Apóstoles en el gobierno de las Iglesias. Por esto dice el Código: "Munus fidei catholi– cae praedicandae co:rpmissum praecipue est Romano Pontifici pro universa Ecclesia, Episcopis pro suis dioece-- ~bui' ~). , .A!demás, incumbe también a otros ele:rµentos del Cuer– po Místico, como a las Ordenes e Institutos religiosos, según sus legislaciones; a los sacerdotes diocesanos como maestros y guías de los fieles. A la obra de las misiones están también obligados a cooperar los mismos fieles en la manera que les sea posible, porque sin la ayuda de éstos sería imposible a los mis.ioneros el cumplir con (1) Can., 1,327,

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