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34 DR. P. PÍO M.ª DE MON'DREGANES, O. F. :MI. CAP. Jesús no había sido todavía glorificado (19). Jesús, des– pués de la Resurrección, lo había prometido varias ve– ces: "Paraclitus, quem ego mittam vobis a Patre, Spi– ritum veritatis", el Paráclito, Espíritu de Verdad, que yo os mandaré del Padre (20), o mejor, que "el Padre os mandará en mi nombre" (21). Jesús impuso algunas con– diciones a los Apóstoles y discípulos para que le reci– bieran sin inquietud. Les manda el retiro del Cenáculo, la oración común. "Sedete in civitate, quoadusque in– duamini virtute ex alto" (22). Es necesario que ,el alma esté sosegada, recogida para recibir las divinas comuni– caciones. En estas favorables condiciones el Resucitado cumple su promesa y el Espíritu Paráclito desciende de una ma– nera estrepitosa del cielo en el Cenáculo. San Lucas re– fiere con todos los pormenores la maravillosa escena (23). "Et repleti sunt omnes Spiritu Sancto." Todos fueron . llenos del Espíritu Santo (24). Los símbolos bajo los cua– les se manifiesta indican los efectos que produce. El ru– mor, que como viento impetuoso llega, representa la ac– ción poderosa- del soplo divino que empuja a las almas a la virtud, a la perfección y a las obras de santidad. Las lt!nguas de fuego son símbolos del amor que arde en las almas, transforma los corazones y se. comunica al prójimo con palabras ardientes de caridad. Jesús había dicho a los Apóstoles: "Vosotros seréis bautizados por . (19) Joann., VII, 39. (20) J•oann., XV, 26. (21) Joan11., XIV, 26. (22) Luc., XXIV, 49. (23) Act., II, 1-12. (24) Act., II, 4.

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