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28 DR. P. PÍO M,ª DE MON<DREGANES, O. F. M. CAP. los medios adecuados para ganarlos para Cristo. Los ar– gumentos más eficaces serán los que promanan de los dogmas sobrenaturales, que prueban la existencia y vi- . lalidad de la única Iglesia verdadera. Los sentimientos de conmiseración son efímeros y mu– dables, pero las verdades religiosas no cambian y perse– veran bajo cualquier clima del mundo. Demostremos la verdad y la bondad del catolicismo, y los errores y la inmoralidad de los infieJes quedarán eliminados por sí mismos. En la propaganda misionera demostremos los esplen– dores del dogma católico, la misión universal de la Igle– sia, la obligación de la cooperación de los miembros para la consecución de los fines por los cuales fue fun– dada por Jesucristo. La teología católica ofrece a los escritores, oradores y propagandistas los principios y normas de sus activi– dades misionales en favor del pueblo cristiano, para moverlo a cooperar a la saJvación del pueblo pagano. Al mismo tiempo ejerce un influjo verdadero y eficaz en el cultivo de las vocaciones misioneras. Nunca per– damos de vista lo fundamental por fo accesorio. La teología debe penetrar los problemas misioneros. La enseñanza de la teología no debe ser una exposición puramente especulativa. El teólogo debe vivir su cien– cia, como ciencia divina, como ciencia de la Revelación; como vida, como salud, como apostolado de salvación. Todos los tratados de Teología sirven de fundamento y de base al prpoblema misionero, que no es otro que la misión del Redentor del mundo. Las . misiones deben completar y continuar la misión de Cristo para llevar sus enseñanzas, sus g :nlci.as hasta los confines de la tic-

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