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26 DR. P. PÍO M." DE MONDREGANES, O, F. M. CAP. cho daño. Es necesario formar la conciencia misionera del cristiano en los principios de la teología católica. I,a propaganda misional, de cualquier modo que se haga, nunca debe rediculizar a los paganos, indígenas o habitantes de algún país, por primitivo que sea, sa– cando a relucir solamente sus defectos, sus miserias, su incultura y sus errores. Todos los hombres tienen dere– cho a su personalidad humana; son criaturas de un solo Dios, Creador de ellos y de nosotros; están redimidos con la Sangre de un solo Cristo Redentor y llamados a los mismos destinos eternos. Luego nuestra conmisera– ción hacia esos pueblos debe ser sobrenatural, religiosa, evangélica, la de Cristo Redentor. Las misiones católicas son esencialmente religiosas. No son directamente políticas, sociales, económicas, cul– turales; aunque indirectamente la doctrina de Cristo lleve consigo también estos beneficios. Las misiones tie– nen por fines llevar las gentes al conocimiento. del ver– dadero Dios, de salvar las almas, de constituir y dilatar el reino de Cristo universal por todo el mundo. Nunca se deben perder de vista las finalidades de los proble– mas misioneros. Como dice el Papa en la Evangelii Praecones: "Ha sido siempre norma sapientísima, seguida constantemen– te desde el principio de la Iglesia, que el Evangelio no tiene por qué destruir lo que hubiere de bueno, de ho– nesto, de bello en la índole y en las costumbres de los varios pueblos que lo habían abrazado. La Iglesia, al conducir a los pueblos a una civilización más elevada bajo el influjo de la religión cristiana, no se comporta como quien abate una selva lujuriante sin ninguna dis– tinción, sino más bien como quie:ri injerta pµeyos sar-:

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