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220 DR. P. PÍO M." .DF. MONDREGANES, O. F. M. CAP. el personal misionero y prestaba todos los medios eco– nómicos para las expediciones, los nombramientos, las fundaciones, la plantación de la Iglesia en el Nuevo Mun– do. Fernando e Isabel decían que hubieran continuado los descubrimientos, aunque no hubiesen encontrado más que rocas, con el fin de propagar la fe católica. Felipe II estaba dispuesto a gastar por una capilla o por un cristiano en las islas Filipinas todas sus en– tradas. Los reyes de España pasaban a los misioneros el di– nero . para los viajes, construían las iglesias, proveían de la cera para el culto. En 1630 proveían ya a unas 20.000 iglesias de todo lo necesario (1). De semejante manera se portaban los reyes de Por– tugal más allá de la línea de demarcación trazada por Alejandro VI. Dice el P. Charles: "Los españoles en todas partes aparecen· como constructores: iglesias, catedrales, mo– nasterios, hospitales, palacios de los gobernadores, fuer– tes que defienden todo esto. Ellos crean no mesas de cambio o factorías, sino ciudades permanentes, tanto en el orden temporal como en el espiritual. Su idea, des– de el principio, es la misma: adquirir toda la región para la Iglesia católica. Filipinas y América española demuestran que obtuvieron un resultado que nadie ha obtenido" (2), La colaboración y la cooperación del Patronato Ibé– rico quedará siempre como un ejemplo memorable de (1) Cfr. l\foNDREGANES, Manual de Mtsionología, págs_ 428 y sigs, FRANc1sco JAvrnR MoNTALBÁN y L. LoPETEGUI, S. J., Manual de His– toria de las Misiones, págs; 256 y sigs. Bilbao, 1952. (2) Le$ Dos.sien; de l'actio:n misi,ionnairc, núm. 67.

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