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CAPÍTULO III EDAD MODERNA Después de haber convertido la Europa y algunas re– giones orientales la marcha triunfal del cristianismo se dirige a otras tierras recientemente descubiertas en Africa, América y Oceanía. En este período de evange– lización t:rabaj aron con entusiasmo y generosidad Es– paña y Portugal. Los navegantes portugueses recorrían las costas del Africa y llegaron hai,ta las Indias Orientales. A los na– vegantes acompañaban o seguían los misioneros. Con la protección de los Reyes Católicos, Isabel y Fernando, Cristóbal Colón descubrió las Indias, Occidentales o el Nuevo Continente, que luego se llenó de misioneros. La Santa Sede concedió a los reyes de Portugal y de Esp~ña el Regio Patronato sobre las tierras descubiertas. Las dos potencias ibéricas recibieron muchos privilegios de los Sumos Pontífices, pero a condición de procurar la evangelización de los nuevos territorios. Los Patro– nos ejercieron sus derechos y cumplieron sus obligacio– nes. Naturalmente que la obligación en conciencia de cumplir el mandato pontificio· de evangelización recaía principalmente en los jefes, pero por necesidad y con– secuencia lógica penetraba también en la masa de los fieles. El Consejo de Indias, de Sevilla, era como el cuartel general de las nuevas expansiones misionerns. Requería

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