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AYUDADME.-COOPERACIÓN MISIONERA 1815 nal, no tendrán más que continuar hasta el fin de sus días combatiendo por el reino de Dios sobre la tierra. Obreros, artesanos, oficinistas, hombres de ca;rrera, sabios y artistas, ricos y pobres, de cualquier categoría social que sean, en la medida de sus fuerzas y en el ra– dio de acción posible, se deben esforzar por prestar sus servicios a· 1as misiones. Es un deber estrechísimo para todo cristiano que no se puede· eludir impunemente. Si todos están obligados a socorrer a su prójimo en caso de necesidad temporal, ¿ cuánto mayor debe ser esta obli– gación cuando se trata· de la necesidad espiritual y eter– na de. tantos millones de almas que están fuera del ca– mino de salvación? Es de advertir que esta obligación no recae sólo sobre los Pastores, sino sobre toda la Igle– sia, dentr.o de la cual todos sus miembros, aunque en diverso grado, participan de esta responsabilidad. Diri– gir el apostolado pertenece al Sumo Pontífice y a sus delegados; predicar y evangelizar a los Obispos y misio– neros; pero prestar auxilios espirituales, culturales y materiales... pesa de manera muy especial sobre los sim– ples fieles. En el capítulo IV de los Hechos de los Após– toles se lee que los primitivos cristianos vendían sus ha– ciendas, cuyo precio ponían a los pies de los Apóstoles; y San Pablo exhorta a los fieles que hagan colectas para las .Iglesias nacientes y pobres (7). Orígenés escribe de los cristianos de su tiempo que "ponen cuidado en di– fundir, cuanto pueden, la fe en todas ,as regiones del universo. Algunos se han tomado el trabajó de recorrer no ·sólo las ciud~des, sino también aldeas y caseríos, a (7) Cfr. DE VERA, E., S. J., La Epístola de San Pablo a los fili– penses ¡, lq ¡:oopernrión ql Aposf.ofado 1 :pág, 110, füir~os,

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