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l 18 DR. P. PÍO M.ª DE MONIDREGANES, O. F,. M. CAP, c10 Su Eminencia para ella, para la Real Familia y Comité de la princesita: Con estos regios auspicios em– pezó a vivir entre nosotros la Santa Infancia, que luego se propagó por toda España y Ultramar. El 28 de fe– brero de 1888, por expreso deseo de la entonces reina regente, Doña María Cristina, recibieron también solem– nemente la medalla el rey Alfonso XIII y la princesa de Asturias, Maria Teresa. Con estos regios ejemplos y el celo de los Prelados se ha ido intensificando cada vez niás y ha logrado un puesto de honor entre las demás naciones. Pero es necesario alistar soldados infantiles a ese glorioso ejército de más de ocho millones de niños católicos, que ruegan por sus hermanos los infieles, les socorren con su óbolo y les abren las puertas del cielo con su caridad (20). Exlwrtación.-No nos cansemos de exhortar a todos los padres cristianos a que inscriban a sus hijos en esta santa Obra, escuela de caridad, de fe, de sacrificio, de apostolado y de educación. Los niños, desde sus más tiernos años, apreciarán el don inestimable de la fe, .empezarán a ser apóstoles, pequeños salvadores del mun– do pagano. Su Santidad Benedicto XV, en la Carta En- cíclica Maxinmm illud, dice: "Recomendamos vivamente la Obra de la Santa Infancia, que se propone adminis– trar el santo bautismo a los niños moribundos de los infieles. Obra tanto más recomendable cuanto que tam– bién pueden tomar ,,parte en ella nuestros niños, los cua– les vienen así a conocer cuán estimable sea el don de la fe, y aprender a dar su óbolo por la conversión del (20) Cfr. Revista Expos. ,Mis. de Barcelona, 1928, tomo I, núm. III, pláginas 134 y sigs, GOIBURU, O, c., pág. 93,

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