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DÓAA OP()RTUN.IDAD ¡Mira que la Iglesia se ha puesto seria al tratar de la condición del sacerdote en la sociedad moderna! Y triste, porque una gran parte no veía .solución llana y satisfactoria al dilema planteado: Virginidad o atención ministerial a todos los hombres. Y para más dramatismo se citaban nacio– nes sudamericanas y asiáticas de grueso vo– lumen humano al que debían atender espiri– tualmente un número irrisorio de sacerdotes. Se estaba 1Urgiendo de esta manera una res– puesta rápida a las mentes responsables del Reino de Dios. Dejando la inconformidad en muchos, la determinación fue seguir con las normas hasta ahora vigentes, eso sí, hacien~ do un. acopio grande de energías para sacar adelante formas nuevas de apostolado, que sin menoscabar la obligatoriedad razonable del celibato fuesen, efectivas para cumplir el propósito divino de llevar a los rincones más solitarios del globo el Evangelio. Nadie. sabía por qué derroteros concretos iban a marchar los acontecimientos. Ello no impidió el que se aventurasen mentalmente diversos tipos de posturas y modos humanos que, no tardando nada, habían de ser llena– dos de realidad en la vida de hombres y mu- - 99 -
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